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La IA como doctor de cabecera

"Querido Chat GPT…": La IA como doctor de cabecera

2025-10-28
Patricio Acevedo Vinci (pluma invitada)*
Noticias

Resulta evidente, y de a poco natural, la convivencia íntima que tenemos con la inteligencia artificial: escucha incondicional, atenta agente neutral de respuestas tan elaboradas como inmediatas–tal cual las requerimos en la sociedad del cansancio–; fabricaciones dirigidas a muchedumbres latentes, de corta atención y necesitadas de sobredosis en estimulación retinosa, aferradas al entretenimiento finito, pronto a desechar.

Para nadie es novedad el tema de salud mental, el de la crítica urgencia por reducir cifras que no cesan de incrementar, atender desarrollos cognitivos que parecen encontrar un punto de fuga en el estancamiento colectivo. Según el reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya son más de mil millones de personas las que viven con un trastorno de salud mental, dato que puede interpretarse como un rotundo desfavor, por la intensidad mayor que el número evoca, y, al mismo tiempo, una contingencia de interés mundial, un subrayado diplomático que exige atención inmediata, pues a todos nos llega.

El ámbito laboral se ha visto necesitado de priorizar el bienestar personal por sobre el rendimiento individual. Las empresas fomentan cada vez más los procesos psicoterapéuticos, se ajustan, en gran parte, a la demanda corporativa que hoy les empuja a modificar el sustantivo recursos por el de talento, manteniendo lo humano en todo lo relacionado a la gestión organizacional del colaborador profesional. Las personas de a poco vuelven a ser personas, en vez de capital humano. De a poco las gerencias buscan incluir espacios digitales dedicados al mindfulness, estipendios de acondicionamiento del hogar–para aquellos que requieren una silla ergonómica, bifocales antireflejantes, un escritorio elevable (de los favoritos para teclear palabras mientras se queman calorías; medibles y liquidadas en un eficiente multi-task)– y demás comodidades para aquellos que disponen de sus viviendas como oficina remota.

Si bien las instituciones internacionales han intervenido de manera rigurosa ante la crisis de salud mental, aún existe una brecha considerable en el esfuerzo conjunto —necesario y en proceso de construcción— entre los servicios públicos y el sector privado para atender esta problemática. El mismo Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, hizo énfasis en dicha convergencia:

«La transformación de los servicios de salud mental es uno de los desafíos más urgentes para la salud pública. Invertir en salud mental significa invertir en las personas, las sociedades y las economías. Es una medida que ningún país puede permitirse descuidar: todos los gobiernos y dirigentes tienen la responsabilidad de actuar con urgencia y garantizar que la atención a la salud mental no se considere un privilegio, sino un derecho básico para todos».

Más allá de la obviedad que el bienestar personal nos supone a todos, existe una contraparte evidente: la alta demanda médica, la inequivalencia mundial en los recursos destinados por los países —subsidios farmacológicos, programas de ayuda gratuitos, formación educativa— y la desproporción socioeconómica. Esto se traduce en concentraciones marginadas, cuya prioridad es la supervivencia, llegar a fin de mes y cubrir los gastos del hogar, frente a las minorías privilegiadas, capaces de costear sesiones psicoterapéuticas, consejería orientada y, de ser necesario, tratamiento psiquiátrico— costoso e inalcanzable para muchos.

Ante la polarización de oportunidades, la tecnología —antes medible mediante materia visible, que bien podía ser un armatoste computacional o la digitalización del teléfono— se ha convertido ahora en un ente abstracto y homogéneo; una nube que permea por igual, data voraz, incalculable, a niveles macro y de sentido autodidacta. Y, entre iguales, la liberación de la inteligencia artificial ha reducido la dependencia de la demanda médica tradicional, ya que para muchos se ha transformado en su doctor de cabecera. Una asistencia médica de bolsillo con respuestas inmediatas, sustraídas de la maraña digital, servida de manera personalizada y con tacto para disolver dudas legítimas e hipocondrías propias.

Un estudio científico realizado por los departamentos de Medicina y Sociología de la Universidad de Oradea, en Rumanía, demostró —mediante una amplia muestra en la investigación titulada Aprovechando la IA para el manejo de la ansiedad— reducciones de hasta un 20 % (≈ 20 % de mejora promedio) en los trastornos de ansiedad, al utilizar un chatbot integrado con la metodología cognitivo-conductual en pacientes en fase de prueba.

Más allá de la resistencia natural que diversas aristas de la sociedad oponen ante el riesgo de integrar por completo herramientas de inteligencia artificial —sumada a la incertidumbre sobre su proyección futura, la posible reducción de puestos laborales, la dependencia instruccional en su uso e incluso los dilemas existenciales derivados del manejo inadecuado de datos que podrían desencadenar un machine learning sin brújula ética y fuera de control humano—, el orden mundial ha buscado incorporar estas nuevas herramientas digitales en la eficientización de los sistemas de salud estatales.

Tal es el caso del ISSSTE que, en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio —conmemorado el 10 de septiembre—, a través de Eréndira Vicencio Rosas, coordinadora nacional de Salud Mental y Atención Paliativa, reconoció el valor del buen uso de la IA en la identificación temprana de malestares mentales, al fungir como un primer punto de contacto que, guiado clínicamente por un profesional, resulta eficiente en las etapas iniciales de un proceso diagnóstico (LaSalud.mx).

Recae, finalmente, en una meditación tanto individual como colectiva, el nivel de apertura que la IA puede llegar a tener como aliado de la esfera pública. Es un hecho que existe, que crece junto con nosotros, que aprende a comprender preguntas difusas y a entregar respuestas sugeridas, envueltas en el manto del political correctness que hoy nos atañe.

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